¡Ah! Benditos pasatiempos. Hay personas que los tienen por montones y hay gente que nunca logra disfrutarlos. Aún así, día con día vamos por ahí motivados con la sola idea de saborear esos momentos de lúdico entretenimiento.
Salir a caminar, escuchar música, leer un libro, platicar con los amigos, matar ganzos, etc. Sin temor a equivocarme, todos tenemos algún pequeño y efímero placer que nos mueve. Esas pequeñas actividades nos gustan tanto que muchas veces andamos por ahí pregonando a los siete vientos lo mucho que nos apasionan.
Pero todo tiene un lado un oscuro… una faceta secreta y tenebrosa. Y el universo del ocio no es la excepción. Ahí, en las profundidades de nuestra mente consiente, hay ciertas cosas que nos encantan; pero que al mismo tiempo nos avergüenzan. Pequeños placeres que públicamente detestamos; pero en secreto amamos con locura.
Ante el vigilante ojo público ocultamos su existencia; e incluso muchas veces desprestigiamos su reputación. Aparentamos una superioridad falsa que nos coloca por arriba de tan bajo entretenimiento y nos jactamos de nuestro asertivo juicio en torno a esa “basura”. Nombramos innumerables razones para justificar nuestro desprecio ante esos hobbies; pero dentro de nosotros no sentimos más que un frío sentimiento de hipocresía e incoherencia personal.
Así es como funcionamos nosotros; prepotentes e ilusos seres humanos. Al parecer Paquita la del Barrio, el show de la niñera, la música banda y Laura en América no merecen nuestra atención. Hacemos pensar al mundo que no sabemos los 151 Pokemons originales o que no tenemos idea de quiénes fueron los primeros integrantes de Big Brother. Ocultamos a la sociedad el respeto que le tenemos a Carmelita Salinas o lo mucho que nos encantaba ver a Magito bailar el gallinazo.
Pero así son las cosas. Todos tenemos en pequeña o en gran medida una lista de placeres que nos hacen sentir “culpables”. Que dentro de nuestro infundado juicio personal consideramos vergonzosos y nocivos. Pero algo hay ahí que nos produce una efímera dosis de felicidad. Tal vez la ciencia moderna nunca pueda definirlo; pero aunque sea difícil de aceptar, algo de eso nos mueve.
Dicho sea de paso, me encantan las comedias románticas………. ¿Y a ti?
4 comentarios:
Yo no tengo ningún empacho en aceptar que me gustan muchas cosas que a los demás no. Me encanta la niñera, medio me acuerdo de los Pokemones originales, Paquita, Carmen Salinas y Big Brother nunca fueron de mi agrado. Ah pero confieso que a veces veía la Academia primera generación con mi madre. y algunas otras cosas que no recuerdo.
Me gustan también muchas cosas poco ortodoxas, pero lejos de hacerme "ver mal" me hacen ver más ñoño de lo que soy.
jojojo Qué chida entrada
Saludos
sabes que "Magito" se lee "majito" vdd?? y que debería ser "Mayito"?? :P
bueno yo he dejado atrás el ocultar mis gustos culpables sólo para darme cuenta que los tengo TODOS, me sé los nombres de los 151 pokemones, veo las películas de disney cada fin, veía "caso cerrado", "laura en américa" y "hasta en las mejores familias" y he visto todas las temporadas de "Flavor of love" y "I Love NY", quería ir al concierto de los backstreet boys y disfruto los libros de ángeles mastretta... creo que lo único que puedo decir honestamente es que no me gusta la música banda :(
En la vida cotidiana todos tenemos una actuación que queremos que parezca convincente, pero detrás de los escenarios actuamos de forma diferente, al menos es lo que dice la teoría... por mi parte puedo decir que me llaman la atención muchos de los reality shows que mucha gente considera basura, o también que algunas canciones de Luis Miguel me hacen vibrar, y eso si que me da pena aceptarlo.
Orale, segú yo... hube comentado anteriormente en este blog. :S
Pero bueh, quizá no se guardó el comment... Me gustó mucho.
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