Indolencia

Un saludo a todos, al parecer es necesario hacer una nueva presentación con tantos cambios por aquí, pero mejor lean mi primer post, si quieren jejeje. Ahora al punto de este post…

El desprendimiento mundano que surge en nosotros no puede ser más que la locura inefable de nuestros sentimientos. Sentimientos que desean ir más allá de la realidad visible, porque nuestra condición especial de existencia nos ha dado la cualidad de imaginar mundos mejores, pero igualmente nos ha dado la imposibilidad de poder realizarlos ante lo arduo de la tarea; esa cualidad humana esencial es la pereza, con ella tratamos de evadir el mundo material, es por eso que se dice que los perezosos son indolentes, el dolor que causa la existencia tiene que ser evadido de alguna manera y sin duda el ocio es de los analgésicos más efectivos.

El indolente, supuestamente es insensible al dolor, esta definición es acertada en cuanto a la biología. Pero en cuanto a lo social el asunto es totalmente distinto, el indolente es un filósofo buscando olvidar el dolor; hay acuerdo entre la mayoría de los seres humanos en que el dolor es uno de los sentimientos con los que no se está muy a gusto. El indolente que es perezoso es el fin último de la filosofía, ya que en su pereza encuentra la manera de convivir con su dolor, es decir, con su existencia. No es que deseche ese dolor, aprende a vivir con él, no con aceptación, más bien incluyendo en su vida cotidiana el placer que puede llegar a causar el dolor de la existencia.

El concepto “dolencia” se define tanto en términos biológicos como sociales en connotaciones negativas, es por eso que resulta curioso que en términos sociales “indolencia” igualmente tenga una connotación negativa, cuando debería ser lo contrario. Esto demuestra que al menos en los aspectos sociales si hay conceptos iguales a sus contrarios. La indolencia normalmente es tomada como una falta de sentimientos, y lo que sentimos a su vez lo relacionamos directamente con lo que creemos, lo que encadena inmediatamente a la indolencia con una concepción donde falta un compromiso hacía alguna creencia, en fin… la indolencia es la enemiga de las ideologías dogmáticas, hay estriba su belleza.

El indolente no sería tan mal visto si a la vez tomará un compromiso serio con la pereza, si en efecto se olvidara de todo eso que dice no incumbirle y simplemente lo ignora por conveniencia. El indolente tiene ciertas cualidades que lo hacen genial, por ejemplo, poder mirar “mujer casos de la vida real” sólo porque ya está echado y le da hueva alcanzar el control remoto que está a más de un metro de él, o poder jugar FIFA recibiendo una paliza sin el menor asomo de furia, o leer a Carlos Cuauhtémoc Sánchez más de tres párrafos sin sentir una enorme hueva; y sobre todo su cualidad esencial es poder estar horas tendido, divagando, sobre si el cuadrado es redondo o sobre cuantos cuadrados caben en un círculo; o simplemente tener la paciencia de admirar como la noche se convierte en día. Claro que también hay desventajas, como la falta constante de flujo monetario, o una visión del mundo que a los ojos de los demás parece negativa y que en efecto puede llegar a serlo por el alto grado de inactividad que puede llegar a desarrollar un indolente.

Un indolente ha aprendido a convivir con la pereza y el dolor existencial, pero aún debe tener cierta actividad para sobrevivir en el mundo real, vive oprimido en un mundo que lo hace olvidar la filosofía que lo podría liberar de todo lo terrenal. La “indolencia perfecta” es una utopía en el actual estado de las cosas. Sólo queda tratar de convivir con el dolor de la existencia lo más que se pueda, porque la belleza de la vida aguarda en la pereza, y es por eso que muchos amamos estar vivos.