El enojo es una cosa graciosa. Se te trepa da la nada, por nada, de un modo tan eficiente y dura largo y tendido. La bilis se te escurre desde el hígado hasta la cabeza y hay un flujo impresionante de adrenalina. Enojados podríamos levantar rocas de unos ciento veinte kilogramos masa.
Muchos clasifican al enojo como una locura temporal. Yo opino sobre la locura lo siguiente: es un estado de frustración. Pasamos de animales comunes y corrientes a bestias descarriadas. En el enojo somos capaces de, conscientemente y por voluntad propia, lastimar a quien se nos ponga enfrente. Tenga o no la culpa, objeto o persona que cruce nuestro camino será receptor de nuestro desquite.
La frustración es generador de enojos y depresiones; asesinos seriales y suicidas. Además, hay ansiedad acompañada. Sí, la ansiedad de destruir algo para satisfacer nuestra necesidad de desquite. Si nosotros nos sentimos destruidos por dentro, el resto del mundo también debería estarlo. El no sentirse realizado, y la imposibilidad de realizarse nos llevan a la ardua tarea de querer destruir todo aquello realizado por terceros o incluso por nosotros.
Aquella persona no familiarizada con la frustración, la ansiedad, el enojo y la depresión, no puede relacionarse con estos estados tan íntimamente ligados. Me parece irrisorio cuando alguien que ha estado muy lejano a tener su vida en las manos y enfrentarse cara a cara con la decisión de suicidio, hable sobre él –sobre todo en casos donde lo condenan como la peor acción humana posible. Para poder entender estas dolencias humanas, uno debe sufrirlas en carne propia.
Uno no puede escribir sobre experiencias no vividas.
Muchos clasifican al enojo como una locura temporal. Yo opino sobre la locura lo siguiente: es un estado de frustración. Pasamos de animales comunes y corrientes a bestias descarriadas. En el enojo somos capaces de, conscientemente y por voluntad propia, lastimar a quien se nos ponga enfrente. Tenga o no la culpa, objeto o persona que cruce nuestro camino será receptor de nuestro desquite.
La frustración es generador de enojos y depresiones; asesinos seriales y suicidas. Además, hay ansiedad acompañada. Sí, la ansiedad de destruir algo para satisfacer nuestra necesidad de desquite. Si nosotros nos sentimos destruidos por dentro, el resto del mundo también debería estarlo. El no sentirse realizado, y la imposibilidad de realizarse nos llevan a la ardua tarea de querer destruir todo aquello realizado por terceros o incluso por nosotros.
Aquella persona no familiarizada con la frustración, la ansiedad, el enojo y la depresión, no puede relacionarse con estos estados tan íntimamente ligados. Me parece irrisorio cuando alguien que ha estado muy lejano a tener su vida en las manos y enfrentarse cara a cara con la decisión de suicidio, hable sobre él –sobre todo en casos donde lo condenan como la peor acción humana posible. Para poder entender estas dolencias humanas, uno debe sufrirlas en carne propia.
Uno no puede escribir sobre experiencias no vividas.
4 comentarios:
Ya me di de baja de aquí, de verdad nunca quise quedar pero está chido. Es que no me acoplo al sistema. Gracias de todos modos.
Los quiero mucho, suerte.
Escribir de lo que sea, entenderlas, eso si quien sabe. Tu tranqui.
Y chido tu cotorreo Tony... chido tu cotorreo.
Bueno Tony... Te deseamos lo mismo.
Y Borch... Estoy de acuerdo con las dos últimas frases de tu post.
I think that Anger is a funny thing.Because It climbs gives you anything, anything, so efficiently and lasts long and hard . Thats right
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