5/4/09

Jacinto y Lupita

Era él y ella, Jacinto Genaro Rosales y su hermosa hija, Lupita. Para él no había otra cosa en el mundo más sagrada que su hija y su trabajo. Jacinto era un hombre de 37 años, pero que la vida había estropeado al grado de parecer cincuentón, era bajito, bigotón y francamente inspiraba más lástima que risa, aún así era muy serio en su trabajo; vigilante y cobrador de los baños sucios de la central de abastos.

Jacinto tenía un problema en el pie derecho, y cojeaba cuando caminaba de manera un tanto grotesca. Había perdido la movilidad en su pie debido a un accidente laboral hacía más de diez años cuando se dedicaba a ser cargador del mercado. Un mal día debido a la suerte del destino o gracias a las malas bromas de un Dios cruel, un cargamento de jabones se le había caído encima, destrozándole el músculo y fragmentando en varias secciones su pie derecho, desde ahí todo había ido empeorando gradualmente.

La crisis económica no había mejorado mucho el aspecto de Jacinto y mucho menos sus condiciones de vida. En un pequeño -pero limpio cuarto- arriba de una pastelería a tan solo unas calles del mercado, vivía con su hija lupita, la mujer de su vida. Hacía más de 16 años que la ingrata madre se había ido y les había dejado solo por herencia una carta y tres vestidos rosas–que lupita guardaba como invaluable tesoro- pero que para el padre representaban algo menos que un agravio y una traición a una pasión desenfrenada. Jacinto lo había sospechado desde un principio, en México las cosas no son como las novelas que proyectamos al extranjero, la hija de un comerciante, nunca iba a vivir una historia de ensueño con un sucio cargador.

Su historia común fue breve, así como comenzó terminó. Se enamoró de él, quizá ella se prendió de su olor a sudor, combinado con una fuerte mezcla de chiles, especias, vainilla y rompope, olor predominante en una central de abastos. Jacinto por su parte, se enamoró de esas caderas apenas insinuantes y unos hermosos senos que estaban enmarcados en el bello marco de un talle menudito, pero dentro de la inconmensurable belleza que era, nada se comparaba con esa mirada de unos ojos café obscuro, que para tortura de Jacinto había heredado lupita y ahora tenía que batallar con ella a diario.

En la bodega, atrás de unos costales cargados con alpiste, dieron rienda suelta a sus pasiones y después de un mes de haberse visto, ya habían encargado a Lupita desde París. Fue así como lo siguiente vino como una cascada sobre los hombros de Jacinto. El despido de su patrón, la rebeldía de su hija por irse a vivir con su amado, y Jacinto se encontró con que de repente tenía una hija y una esposa a quien mantener en un cuarto sucio arriba de una pastelería. Fue más de lo que pudo aguantar ella. Un buen día, dejó los vestidos rosas que se había llevado de su casa y regresó con su padre, que inmediatamente la mandó a un internado a Canadá para señoritas en desgracia. De la hija ni hablar, era problema de Jacinto.

Fue así como aquella niña se convirtió en su vida, representaba un amor destrozado, una vida de penurias, y el que ahora esta niña estuviera estudiando la preparatoria, era motivo de orgullo para alguien que había cargado costales toda su vida y había aprendido las matemáticas únicamente para dar los cambios en los baños públicos. Así que esta niña era un orgullo. Seriecita y formal, tranquila y un tanto taciturna, aquella niña que había heredado la legendaria belleza de su madre y esos ojos torturadores, le parecía un regalo de Dios para un pobre cargador tullido como él.
Nunca fue necesario ser duro con ella, indiferente a los piropos y a las lisonjearías vulgares de los cargadores desde que ella tenía trece años, el padre descubrió que su hija estaba interesada más en sus estudios y en su preparación que en los hombres. Descubrió que la pequeña era un alma buena, dedicada al estudio y a la preservación de valores, que muchas veces se le considera negada a la gente de un estrato social bajo.

Fue así como Jacinto se encontró un buen día feliz, con su trabajo, sin bien no muy remunerado, pero que le permitía gozar de la amistad de todos los trabajadores y clientes del mercado y que le daba para pagar las cuentas de su hogar. Un buen día sucedió algo extraordinario, el patrón de Jacinto –debido al excelente trabajo realizado- había decidido darle una promoción –si, así como dirían los gringos- y permitirle gracias a su buena relación con los tenderos, cobrarles mensualmente la renta del puesto, trabajo que muchos envidiaban puesto que otorgaba poder y dinero, pero que a Jacinto le pareció fenomenal puesto que podría al fin, rentar una pequeña casita para él y su hija.

Ese día salió temprano y decidió llevar unas pizzas, comida favorita de su hija, y llegar con la fenomenal noticia con su hija. Cuando subía las lúgubres escaleras de la pastelería, para llegar a su pequeño cuarto, escuchó unos extraños gemidos provenientes de su hogar. En unos instantes el mundo se le vino abajo, tuvo un fuerte mareo y una furia comenzó a recorrerlo desde lo más profundo de su ser, la ira lo cegó y con las manos temblando de furia, sacó torpemente de sus bolsillos las llaves de su hogar. Los gemidos acrecentaron su ira y supo inmediatamente que provenían de su hija, del angelito perfecto que nunca le había provocado una decepción… ¿qué haría? ¿los sacaría a golpes desnudos a los dos? ¿se atrevería a golpearla? Tomó una barra de metal que utilizaba siempre para espantar a los gatos, y empuñándola en una mano, mientras con la otra abría la puerta entró decidido a todo…

¡No se pierda el emocionante capítulo siguiente!
Solo aquí en www.retrazados.blogspot.com

9 comentarios:

Borchácalas dijo...

Uh! me dejas en ascuas. ¿habrá detalles sucios?

ge zeta dijo...

Ah chingá! Octavo capítulo?

Qué sigue???

Happix dijo...

Damn!
Y ahora que sigue...

RokCK dijo...

Orale... Me quedé perplejo!

O_o

Será que la niña tenía una uña enterrada que su fiel amigo le estaba sacando con un corauñas?

P´PITO dijo...

jajajajaja no me hagas esto no mames!!!!
no me gusta quedar en ascuas.....

por eso no veo telenovelas!!!

-T dijo...

Si justificas el texto lo leo :D

El Tipo dijo...

Mmm... bueno, creo que se cumple el objetivo de dejar la duda! no se espere el próximo emocionante capítulo! (y tom, no mames, no te voy a cumplir el caprichito jeje XD)

Güengo dijo...

No mames tipo al público lo que pida... y por favor no los dejes en ASCUAS...

Anónimo dijo...

Me sorprende tu forma de escribir y me enorgullezco de que seas mi hermano, no me voy a perder el siguiente capitulo...